“Mi
nave se desvió al sector 19,
he
caído en un planeta extraño,
el impacto tal vez
me despertó
del
hipersueño…
el
terreno parece algo inestable,
no se todavía si el aire
es respirable y
no
parece haber señales de vida
inteligente
en ninguna parte”.
De BuzzLaightyear, a su
bitácora
Película Toy Story I
Insultar,
llorar, discutir, culpar, gritar, callar. Pelearse, encerrarse. Estar
decepcionado, estar enojado, no poder perdonar, no poder entender, querer irse
a otro lugar, sentir rencor, deprimirse, estar sin consuelo. Una sociedad que
elige el Neoliberalismo después de haber atravesado una experiencia de Gobierno
popular, reformista, progresista, populista, de centro izquierda, peronista,
kirchnerista(o como quieran llamarla) es un trago amargo difícil de asimilar.
Los análisis teóricos y las razones que la explican no alcanzan y cada uno que
atravesó por este camino buscó su propio refugio. La familia es el primero y yo
no he sido la excepción. Pero después muchos encontraron en la militancia, en
el arte y en su trabajo formas de resistencias individuales o colectivas. Para
mí fue mi viejo blog. Un espacio en la web que permitió explayarme a gusto y
sin límite de caracteres, como un libro diario íntimo que se abre hacía los
demás, como un lugar donde el amateurismo permite jugar a ser un poco
periodista y un poco columnista de mí mismo con la puerta abierta. Un espacio
virtual que es como un refugio, como un lugar de expresión, como un desahogo.
Como
un viejo marino registrando las experiencias del viaje, a través de las
tormentas macristas y de los nuevos vientos que soplan. Con un relato básico,
sin lujos, sin demasiados floreos del lenguaje. Con
la decepción, el miedo, la bronca, la impotencia del testigo que quizás hubiese
elegido no ver. Con la rabia hecha palabra, aunque no alcance con la palabra,
con la desazón de estos tiempos. Intentado
ser un escribiente de algunas luces y algunas sombras. Un refugio…siempre un
refugio. Como la casita del árbol de la infancia, como el abrazo de ella, como
la sonrisa de los hijos.
Para
garabatear sin la censura de la academia y sin los comentarios anónimos de las
redes. Cuaderno de registro, libro de campo, querido libro diario de los
tiempos confusos. Borrador de lo que hice ayer, botella al mar, esperanza de
perdurar, batalla al tiempo perdida el primer día, miedo inconsciente al
olvido, ilusión de vivir nombrado por otros cuando no sea más que papel
amarillo. Apunte idealista para darle algún sentido al discurso en tiempo de
tantos lugares comunes. Disputa necesaria para nombrar las cosas y escribirlas
aunque sea en un cuaderno Gloria. Mi lugar de libertad fuera de la libertad del
mercado. Invitación a los amigos hecha de cartulina y letra cursiva. Tan solo
mi lugar de expresión.
R.H.